Agentes Químicos.
Se calcula que los agentes químicos causaron 1.300.000 bajas únicamente en la I Guerra Mundial, de las que 90.000 fueron mortales.
El uso de agentes químicos durante la Gran Guerra se limitó básicamente a bombonas y proyectiles.
De las muchas que se investigaron, solo se recurrió a una treintena de sustancias que pudieran emplearse como armas, y en general todas las partes justificaron su uso con el argumento de que el enemigo había sido el primero en infringir las leyes y costumbres de la guerra.
El debate moral sobre el uso de este tipo de armas vino después.
Algunos de estos gases son:
Bromoacetato de etilo
Los primeros en emplear gases en la Gran Guerra fueron los franceses. El intento fracasó, dada la escasa cantidad de agente utilizado.
Cloro
Concluyeron que el cloro era la mejor opción. Alemania disponía de grandes cantidades de este gas, y BASF había encontrado la manera de almacenarlo en bombonas de metal, lo que permitía un fácil transporte al campo de batalla.
Fosgeno
Fue el agente más utilizado durante la conflagración. Más tóxico que el cloro, tenía una latencia de varias horas desde que la víctima se veía expuesta hasta que se manifestaban los primeros síntomas. Los combatientes no eran conscientes de que estaban siendo intoxicados.
Los primeros en utilizarlo en combate fueron los alemanes contra los alemanes, usaron 4.000 bombonas cargadas con un 75% de cloro y un 25% de fosgeno caules se emplearon contra los británicos en Wieltje, Bélgica, causando más de mil bajas, 120 de ellas mortales.
Iperita
Fue el otro gran protagonista de la primera guerra química de la historia. Era conocida comúnmente como “gas mostaza” por el hedor que desprendían sus vapores. Los primeros proyectiles cargados de iperita fueron los “cruz amarilla”, utilizados por los alemanes en julio de 1917, durante la batalla de Passchendaele, en Bélgica.